"Buena es la sal; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será sazonada?"
- AG
- 5 abr 2020
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Actualizado: 5 abr 2020

1. La ola de Kanagawa. 1 de 36 Vistas del Monte Fuji. (Hokusai, 1830)
Tantísimos días en mi ciudad natal, el encierro y la cercanía del mar, me han motivado a escribir sobre dos hombres que me han desbordado, visual y fonéticamente.
El primero con el que tuve contacto hace como 17 años fue Hokusai Katsushika, cuando vi La gran ola de Kanagawa, jamás pude olvidarla, cada vez que la encuentro la hago mía, en un libro, en una postal, en un fondo de pantalla, en la calle.

2. Referente de Hokusai en fachada de restaurante. Ciudad de México. (03/2019)
Confirmo que mi inconsciente en su mayor parte debe estar conformado por imágenes de mar, cuyas olas reflejan luz de distintos horarios y que han ido adosándose a mi historia hasta hoy. Por lo que ver cristalizado este fenómeno natural tan perfectamente ilustrado, me conmueve y remonta a mirar esa fuerza a través de una ventana interior. ¿Qué sería de nosotros sin el acceso a ellas?
Hokusai (1760-1849) es un artista, pintor y grabador japonés. Su obra es ícono del género Ukiyo-e, vocablo que significa mundo flotante, escenas que exponen el hedonismo en distintas facetas de la cultura japonesa. El ukiyo-e es una técnica que ocupa como base bloques de madera grabados para la producción de pinturas, de este modo su distribución podía llegar a mayor número de personas.

3. Ejiri en la provincia de Suruga. 10 de 36 Vistas del Monte Fuji. (Hokusai, 1830)
Hokusai aprende desde muy joven esta técnica por lo que con el tiempo la perfecciona, al inicio se especializa en el retrato de actores y mujeres en ambientes históricos. Posteriormente al paso de los años introduce variedad de temas, con los cuales alcanza su época de oro, al utilizar procesos y habilidades que no habían sido experimentadas: Centra su representación en paisajes y escenas donde introduce el uso de la perspectiva y las paletas de color pertenecientes a occidente, en las que la figura humana juega un papel secundario, contrario a Utamaro quien era reconocido por sus voluptuosas figuras femeninas.
" [...] a la edad de cinco años tenía la manía de hacer trazos de las cosas. A la edad de 50 había producido un gran número de dibujos, con todo, ninguno tenía un verdadero mérito hasta la edad de 70 años. A los 73 finalmente aprendí algo sobre la calidad verdadera de las cosas, pájaros, animales, insectos, peces, las hierbas o los árboles. Por lo tanto, a la edad de 80 años habré hecho un cierto progreso, a los 90 habré penetrado el significado más profundo de las cosas, a los 100 habré hecho realmente maravillas y a los 110, cada punto, cada línea, poseerá vida propia [...]" (Hokusai)
Admiro a este señor porque fue un hombre que trabajó hasta el último día de su existencia, desde que despertaba pintaba hasta la noche, este ritmo de producción persistió hasta el final de sus días. Además fue un nómada constante, hay registros de que habitó 90 lugares distintos, esto explica el legado de sus múltiples escenarios. Una de estas pruebas es su serie, Treinta y seis vistas del Monte Fuji, publicada entre 1830 y 1833 cuando el artista tenía 70 años. La gran ola de Kanagawa forma parte de esta serie.

4. José Juan Tablada en su jardín japonés de su casa. Cuernavaca, Morelos. (N/D, 1938)
La Reunión con el segundo personaje, Tablada, es más reciente, hace un par de años llamó mi atención su asociación con la poesía y las ilustraciones japonesas como efecto de sus apuntes de viaje.
Juan José Tablada (1871-1945), es un poeta mexicano que introduce el haikú, género poético de origen japonés formado por tres versos sin rima de 5, 7 y 5 sílabas que expresan escenas de la naturaleza o de la vida cotidiana, a la literatura mexicana de la época. De acuerdo a sus memorias, su afinidad con Oriente inicia con su visita a Mazatlán cuando era niño, donde dijo haber conocido la ruta donde atracaban los galeones de Manila en México.
La fascinación de Tablada radica en su asociación ingeniosa del paisaje mexicano y sus simbolismos dentro de la formalidad del haikú, ésto es muestra de su admiración por el japonismo. Su formación y contactos desarrollaron en él una conmoción por su estética, que posteriormente consolidó en su viaje que financiado por la Revista Moderna (1900), continuamente escribe desde Japón hasta su llegada, sus crónicas fueron tituladas "En el país del sol".
Su facilidad por la redacción y la compilación, le permitió publicar "Crónicas Parisienses", en Revista de Revistas (1911-1913) al ser comisionado por la Secretaria de Relaciones Exteriores para estudiar la organización de archivos europeos, viajó a París y es aquí donde se desencadena otro esbozo de viaje, no menos significativo.

5. Dibujos de Tablada que iluminan su libro Un día... Poemas Sintéticos. Tablada, 1919.

6. Haikú ilustrado por Tablada en Un día... Poemas Sintéticos. Tablada, 1919.
La apreciación del arte nipón en ilustraciones y retablos le permitieron la traducción del lenguaje visual al fonético.
Cabe recordar, su aportación no solo fue en la poesía y en la prosa. Como crítico de arte, influyó en pintores mexicanos como Diego Rivera, José Clemente Orozco, Felix Bernardelli quien fue maestro de Roberto Montenegro y Gerardo Murillo (Dr. Atl) éste último con su trabajo conmemora el trazo de Hokusai. Está de más decir que la influencia japonesa estuvo presente en muchísimos artistas a lo largo del mundo.

7. Naturaleza muerta con estampa japonesa. Diego Rivera, 1909.
Tablada aunque nunca se dedicó formalmente a la pintura, ella fue una actividad recurrente que sirvió de herramienta para ilustrar múltiples de sus impresiones escritas.
Unas de las tantas escenas que acumulo en mis cajones son las dos siguientes. El típico atardecer en la playa que aún con los ojos cerrados describo y la pintura que mi abuelo manda a hacer a mi abuela para que ella siempre tenga vista al mar desde su recámara en Ciudad de México, para ella solo contemplarlo en movimiento "era un espectáculo" y cuando llegaba al Puerto decía que con el hecho de solo tenerlo despedía alegría.
Por fortuna, hoy este cuadro habita en casa de mis papás. A veces me pregunto si desde antes que naciera ya venía grabado en mi imaginario: la figura del mar, su color, su sonido y su aroma.

8. Vista de playa en Boca Del Río, Veracruz. (11/2019)

9. Playa. (Sánchez, 1965)
Para hacer más agradable este repaso cultural, les dejo la nota de cata con mucho sabor a mar. Sugiero Lágrimas porque es inherente a este paisaje ya que la mineralidad que aporta este terruño es vivaz debido a la alta salinidad que poseen sus aguas.
Vino blanco elaborado con 100% Sauvignon Blanc del Valle de San Vicente en Baja California. De color pajizo con destellos bronce y dos años de guarda, en nariz se percibe tan fresco tal cual brisa que desprende el oleaje, con notas que recuerdan a la manzana verde, la pera y la lima. Debido a que su acidez es larga y estimulante se recomienda acompañar con ensaladas, ceviches, pescados y crustáceos, efecto hipnotizante para prolongar la vista que proviene de tu ventana interior.

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