De uno de los aromas del vino: La miel de abeja melipona
- AG
- 7 jun 2020
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Actualizado: 7 jun 2020

Ayer abrí una botella de vino blanco, blend de uva Chenin blanc al 98% y Colombard al 2% de la casa Monte Xanic, promete una ceremonia, aunque casual, para mí es un vino especial, pues casi siempre asocio su descorche a recuerdos que grabo al son de gente muy querida y deliciosos platos. Tan multifacético que le viene bien a guisos con arraigo familiar.
Además de ser un vino de cualidades organolépticas particulares pues colecta aromas de una selva tropical, esencias como la piña, el mango, plátano, guayaba y flores blancas que se hacen presentes al contacto con la copa, hoy les quiero platicar sobre una notita muy particular que recurrente, punzaba el paladar entre cada sorbo, finalmente se confirmó, era miel pero no una cualquiera, sino la melipona, ¿La conoces?.
Quiero traer este afecto a la mesa porque esta miel no se produce en todos los ambientes, su sabor proviene de una especie endémica en México, lo que quiere decir que su existencia corresponde a una zona geográfica específica por lo que su ciclo de vida es patrimonio biológico y cultural de nuestro país gracias a condiciones físicas como las de Veracruz, Oaxaca, Chiapas y Yucatán.
Meliponini corresponde a un grupo de abejas que no tienen aguijón, de éstas hay hasta 10 variedades. La Melipona Beechei es una de ellas, cultivada en el ecosistema Mesoamericano del Petén en la península de Yucatán por los Mayas, su origen ha quedado registrado en el Códice de Madrid, uno de los tres códices mayas que se salvaron de haber sido desaparecidos por los franciscanos en la época de la conquista por manifestar creencias “paganas”.

Los códices fueron realizados por escribas hacia el siglo XIV quienes a través de signos reflejaron aspectos diarios de la vida, entre ellos las prácticas agrícolas, como la meliponicultura que representaba luz, fertilidad y tributo en su cosmovisión. Cada elemento cobra una categoría cuando se comprende el significado y por lo tanto, el sentido de su presencia en la historia y en el mundo, de ahí la importancia de la preservación de las lenguas indígenas.
Las abejas en general son insectos que polinizan muchas otras especies, las meliponas en particular al habitar regiones específicas pecorean ciertos árboles y arbustos nativos, por lo que el misterio de su sabor proviene de otros frutos, un ejemplo es la guanábana.
Su densidad es baja, muy líquida y tiene un color ámbar muy claro. Sus aromas son delicados, a flores y frutas que se mecen entre notas a resina y madera como efecto del habitáculo “meliposo”, el jobón, tronco hueco donde se extrae la miel.
No olvidemos que el brillo de su carácter es su persistente y armoniosa acidez, por eso es tan preciada en el mundo de la gastronomía internacional pues aporta el efecto umami a distintos guisos. Sus características organolépticas a su vez son la prolongación y el legado del modo de ver e interpretar el mundo por nuestros antepasados.

Amar la riqueza de México entorno a su historia es cuestionar sobre las cadenas de valor y producción en todos aquello que forma parte de nuestra cultura alimentaria, por lo que siempre recomiendo verificar si está hecho en México y quién es el proveedor.
Si no has probado este delicioso néctar, busca, prueba y grábalo en tu memoria, para que en la próxima copa de vino blanco mexicano cuya expresión olfativa provenga de la fruta exótica, lo encuentres y establezcas una consonancia que te permita estar, aunque no en el espacio físico, en el imaginario del Petén, aliados una vez más por el mismo estímulo.
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